Cuando uno comienza a trabajar como profesor, suele dar las clases como se las dieron a el cuando estudiaba. Hasta hace poco no he caído en el hecho de que empezar a estudiar el cello mas tarde de lo habitual (yo empece a los 16 años como segundo instrumento, hasta entonces yo estudiaba el piano) me ha venido muy bien porque recuerdo como me fueron enseñando cada nuevo paso técnico. El vibrato por ejemplo tuve que lucharlo hasta que lo conseguí después de un año de frustración… Pero no nos podemos quedar solo en cuestiones técnicas, nosotros somos responsables de parte de la educación de nuestros alumnos, y esto va mas allá de como enseñar el vibrato o los cambios de posición.
Podría parecer entonces que quien tuvo un profesor imaginativo, o uno escolástico, pues así enseñará, pero todos evolucionamos e impregnamos de nuestra personalidad nuestras clases. Y, ¿existe alguna manera de acercarnos a ser el que seria nuestro profesor ideal, el que nos gustaría que diese clase a nuestros hijos?.

Lo bueno es que esto lo tenemos mas cerca de lo que pensamos, y es tan simple como ver clases de otros profesores.

Existen grandes pedagogos de los que podemos aprender muchísimo, y no hablo de los grandes instrumentistas que dan master-clases a estudiantes del conservatorio superior (que también están bien), sino que hablo de profesores que tienen años de experiencia dando clase a niños desde el principio, aquellos que hacen que sus alumnos brillen tanto musicalmente como técnicamente.

Vengo de pasar tres días de encuentro de profesores de cello en Manlleu, Barcelona. Hemos venido de países como Lituania, Bélgica, Holanda y de todas las regiones de España. Era un encuentro Suzuki organizado por Eulalia Subirá e el cual ella misma, Arantza López, Chantal Latil y Ana Toca (todas ellas profesoras de referencia para mi) daban clases a niños, a otros profesores y supervisaban las clases de estos.

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Vuelvo de este encuentro agradecida e inspirada por las ideas que han tenido todos y cada uno de los profesores que allí se encontraban, el cariño, el respeto y la confianza que todos ellos transmitían a los alumnos, y la generosidad de las familias que nos regalaron su tiempo.

Este tipo de encuentro es bastante común en el mundo del Método Suzuki. Parte de la ética para el profesor que implanto su fundador S. Suzuki era que se mantenga el intercambio entre los profesores, que se comparta y que se aprenda de los que tienen más experiencia. Por ello en todos los cursos que se organiza en el mundo Suzuki existe la posibilidad de que profesores, utilicen este método o no, puedan ver las clases. Podréis encontrar información de estos cursos en la Federación española Suzuki y en la European Suzuki Association.

Existe otra posibilidad para ver clases, y es acercarnos a las de nuestros compañeros. No hace falta que sean de nuestro mismo instrumento, se aprende tanto del trato al alumno, o de como se afronta el aprendizaje del alumno: por imitación, a través de la partitura, dejando que tome sus decisiones, a través de la improvisación y la creatividad…

Para esto os invito a que lo comentéis con compañeros con los que tengáis confianza y les habríais las puertas de vuestras aulas. Dejad claro que no se trata de juzgar, que no lo queréis hacer para criticar, se trata de aprender, y aprovechad cuando algún alumno os falla para ir a observarlos, os sorprenderéis de lo mucho que os van a inspirar.

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